A lo largo de mi carrera, me he encontrado con algunos personajes realmente “interesantes”. Por interesante me refiero a la absoluta mierda de los jefes de mierda. Pero cada encuentro ha sido una lección, un trampolín en mi camino hacia convertirme en un mejor líder.
Algunos de estos individuos han ocupado altos cargos ante el ojo público y, ante el público, parecen dignos de confianza, prácticamente modelos de virtud. También son actores expertos, logrando incluso engañar a sus superiores, a menudo al jefe, con su fachada que incluso podría hacer competir a Nicole Kidman con sus habilidades de actuación..
¡Que alguien le dé un Oscar a estos pedazos de mierda, por favor!
Más recientemente, asistí a un seminario sobre dinámica en el lugar de trabajo y me sorprendió ver a cierto “alguien” sentado en el escenario como un miembro “estimado” del panel.
Sí, no era otra que la reina principal de todos los líderes, la que abusaba verbalmente de su personal y jugaba juegos manipuladores tratando de derribar al personal subalterno y a cualquiera que ella considerara una amenaza para su perdición, que yo, desafortunadamente, No tuve el placer de trabajar con él. Verla sentada en el escenario como una miembro “estimada” del panel fue increíble.
Ahora bien, seamos justos: no todos los líderes que he conocido en mi carrera han sido malos. Si bien he tratado con algunas personas cuestionables, también he tenido el privilegio de trabajar y aprender de algunos líderes verdaderamente excepcionales.
Pero este líder en particular se destacó por ser la absoluta escoria de la escoria debido a cómo intentaba degradar y derribar a su personal, creando un ambiente de trabajo tóxico y obstaculizando la productividad del equipo.
“El mal líder es aquel a quien el pueblo desprecia; el buen líder es aquel a quien el pueblo alaba; el gran líder es aquel de quien la gente dice: “Lo hicimos nosotros mismos” – Peter M. Senge
Sin embargo, allí estaban, sentados en el escenario, discutiendo la importancia de la “seguridad psicológica” en el lugar de trabajo. No pude evitar sonreír mientras los escuchaba hablar sobre un tema que claramente no practicaban, como empujar su cara justo frente a la cámara en llamadas virtuales cuando se preparaban para lanzar una diatriba para abusar del miembro del personal en el otro lado.
No se me pasó por alto la ironía del tema elegido, dado su propio comportamiento.
Pero después de trabajar con demasiados líderes tóxicos, aquí hay cinco lecciones que aprendí y que pueden ayudarte a ser un buen líder.
Ya sea que ya sea un líder o esté comenzando su carrera, usted también puede beneficiarse de estas lecciones:
Los líderes tóxicos a menudo exhiben una falta significativa de inteligencia emocional, que abarca componentes críticos como la autoconciencia, la autorregulación, la empatía y las habilidades sociales.
Esta deficiencia no sólo obstaculiza su capacidad para gestionar sus emociones, sino que también afecta negativamente sus relaciones interpersonales, lo que lleva a una dinámica de equipo disfuncional. Con el tiempo, esto puede crear un ambiente de trabajo tóxico marcado por baja moral, alta rotación y productividad disminuida.
Priorizar y desarrollar la inteligencia emocional es esencial para los líderes que fomentan una cultura organizacional positiva, inclusiva y productiva que apoya el éxito individual y colectivo.
2. La necesidad de una comunicación transparente
Líderes tóxicos Con frecuencia participan en malas prácticas de comunicación, como retener información, difundir información errónea o utilizar la comunicación como herramienta de manipulación. Esto resalta la necesidad de una comunicación transparente, honesta y abierta para generar confianza y garantizar que todos estén alineados con los objetivos y valores de la organización.
3. El valor del respeto y el reconocimiento
Este es un problema importante, así que presten mucha atención. La falta de respeto y reconocimiento hacia los empleados es uno de los signos más evidentes de liderazgo tóxico y puede tener consecuencias de gran alcance.
Cuando los líderes no reconocen los esfuerzos y contribuciones de su equipo, no sólo conduce a una baja moral sino que también erosiona la confianza y disminuye la motivación general. Con el tiempo, los empleados que se sienten infravalorados y faltados al respeto tienen más probabilidades de desconectarse, lo que resulta en una menor productividad, un mayor ausentismo y, en última instancia, una mayor rotación.
Es de suma importancia tratar a los empleados con respeto genuino, reconocer periódicamente sus contribuciones y brindar reconocimiento oportuno.
Hacerlo ayuda a cultivar un ambiente de trabajo motivador y de apoyo donde las personas se sienten valoradas, apreciadas e inspiradas para contribuir con sus mejores esfuerzos.
4. El papel del comportamiento ético y la integridad
Los líderes tóxicos a menudo adoptan comportamientos poco éticos, como favoritismo, deshonestidad o explotación. Esto subraya la importancia de mantener altos estándares éticos e integridad en el liderazgo. Al hacerlo, generamos confianza y damos un ejemplo positivo para toda la organización, tranquilizando a nuestro equipo e infundiendo confianza en nuestro liderazgo.
5. El impacto de los estilos de liderazgo en la salud organizacional
Liderazgo tóxico puede dañar significativamente la cultura, la productividad y la salud general de una organización. Esto resalta la importancia de adoptar estilos de liderazgo positivos, como el liderazgo transformacional o auténtico. Estos estilos priorizan empoderar, inspirar y desarrollar a los empleados para el bien mayor de la organización.
Mis experiencias con líderes tóxicos han sido reveladoras e invaluables, y han dado forma a mi comprensión de lo que realmente significa ser un buen líder.
Si bien estos personajes “interesantes” me han enseñado mucho sobre lo que no se debe hacer, también han reforzado la importancia de la inteligencia emocional, la transparencia, el respeto, la ética y la adopción de estilos de liderazgo que realmente eleven a los equipos.
El liderazgo no se trata del título o del escenario en el que te encuentras, sino de cómo tratas e inspiras a quienes te rodean.
Entonces, si su objetivo es liderar, recuerde que su legado estará definido por su impacto en los demás, no por los elogios que obtenga. Sea el tipo de líder que su equipo merece, no el que temen.