Cómo utilizar la ciencia de la personalidad para tomar mejores decisiones sobre las personas
SAlgunas de las decisiones más importantes que tomaremos implican juicios sobre las personas: a quién contratar, con quién casarnos, qué amigos tener, qué trabajo aceptar o qué socio comercial contratar. El buen juicio sobre las personas se convierte en una habilidad fundamental en todos los aspectos de la vida.
Existen cientos de formas de describir el comportamiento observable de alguien. En general, pueden resultar engorrosas y confusas. En cambio, el psicólogo organizacional Richard Davis escribe en Buen juicio: cómo tomar mejores decisiones empresariales con la ciencia de la personalidad humana Podemos utilizar un marco de personalidad manejable que nos permita identificar patrones de comportamiento y características cuantificables de acuerdo con los rasgos de personalidad de un individuo.
Las investigaciones sobre el comportamiento humano han determinado que podemos resumir la personalidad en tan solo un puñado de rasgos denominados los Cinco Grandes: Apertura, Responsabilidad, Extroversión, Amabilidad y Neuroticismo. Como demuestra la ciencia, podemos describir nuestra personalidad en función de las cinco dimensiones. Tendemos a ser superiores o inferiores en ciertas dimensiones que en otras, y también solemos manifestar rasgos específicos de manera diferente en nuestro comportamiento.
Aun así, los Cinco Grandes no son suficientes y ninguna prueba de personalidad puede captar la complejidad del comportamiento humano. Como afirma Davis, “una cosa es entender si una persona tiene un rasgo determinado y otra muy distinta es saber cómo expresará esa persona ese rasgo en su comportamiento real, que es lo que en última instancia nos importa”.
Utilizando los Cinco Grandes como guía, Davis ha construido un modelo de personalidad para juzgar el carácter. Las cinco categorías explicadas brevemente son:
1. Intelecto: cómo piensa la gente
Esta categoría “describe la manera en que las personas procesan la información, toman decisiones y resuelven problemas”. No se trata sólo de cuán inteligentes somos, sino también de “cuán impulsivos o comedidos somos, cuán práctico es nuestro pensamiento y cuán organizadas son nuestras ideas. ¿Pueden manejar la ambigüedad?”
2. Emocionalidad: cómo las personas expresan sus emociones
Se trata de cómo las personas viven la vida emocionalmente, teniendo en cuenta su estado de ánimo general, su sensibilidad y su resiliencia. La emocionalidad describe “el grado en que las emociones afectan el comportamiento. Tenga en cuenta que no me refiero aquí a cuán emocionales pueden ser las personas cuando las conoce, sino más bien a cómo tienden a experimentar o expresar sus emociones”.
3. Sociabilidad: cómo se relacionan las personas con los demás
La sociabilidad es la forma en que las personas se relacionan con los demás. “Esta categoría aborda la comunicación, las capacidades interpersonales y cómo se desenvuelve una persona en el ámbito social. Para comprender a una persona, es esencial que captemos cómo se comporta ante los demás: las palabras que utiliza, el impacto interpersonal que tiene, lo sociable y sociable que es y lo eficaz que es a la hora de comunicar sus pensamientos”.
4. Conducir: ¿Por qué la gente hace lo que hace?
“Para comprender realmente a alguien, debemos entender qué motiva su comportamiento. Cuanto más entienda lo que lo impulsa, mejor podré ajustar mi enfoque al tratar con usted”. Tiene en cuenta su perspectiva sobre el dinero, cuánta iniciativa muestra, si se rinde fácilmente y si es conservador o progresista.
5. Diligencia: cómo la gente hace las cosas
¿Cómo haces lo que necesitas hacer? “Algunos de nosotros tenemos un enfoque muy estructurado y disciplinado de la vida, mientras que otros somos mucho más relajados y espontáneos. Comprender las tendencias disposicionales de alguien nos dará pistas sobre qué esperar de él”.
Estas cinco categorías no son independientes, sino que se unen para formar quién es una persona. El contexto importa. “Las formas específicas en que las personas expresan sus rasgos de personalidad también ayudan a determinar si esos rasgos son útiles o perjudiciales. Mucho depende no solo de los rasgos específicos que las personas parecen expresar, sino de su capacidad para dominar si los expresan y cómo lo hacen en situaciones cotidianas.
La personalidad no es permanente como se describe aquí.
Podemos decidir contrarrestar nuestras tendencias latentes si así lo deseamos, disciplinándonos para comportarnos de manera diferente y desarrollando soluciones alternativas.
Debemos aceptar quiénes somos, pero también tratar de ser la mejor versión de nosotros mismos, moderando gradualmente nuestro comportamiento para tener en cuenta nuestras limitaciones. Los mejores profesionales de cualquier ámbito hacen precisamente eso: se responsabilizan de las partes de sí mismos que no son tan atractivas y se esfuerzan por mejorarlas.
Entonces, ¿cómo utilizamos esta información? Las conversaciones informales funcionan bien para entender las personalidades de los demás si sabemos cómo llevarlas a cabo. Como un periodista que realiza una entrevista, podemos emplear cinco estrategias para mejorar nuestra percepción: generar confianza, lograr que las personas hablen de su pasado, hacer preguntas importantes, interpretar lo que estamos aprendiendo y cómo encaja en una de las cinco categorías, y calibrar la interpretación según el contexto y la forma en que se presentan. Considere también sus propios sesgos al juzgar a los demás. Y, sobre todo, sea curioso.
Davis detalla cada una de estas estrategias, las preguntas que deberíamos hacer y cómo podemos interpretar mejor la información que recopilamos.
Publicado por Michael McKinney a las 16:51
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| Esta publicación trata sobre Recursos humanos
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