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Cómo tomar decisiones acertadas

Cómo tomar decisiones acertadas

Cómo tomar decisiones acertadas

W.TODOS TOMAMOS decisiones malas o ciertamente menos que estelares por diversas razones. A veces, hay demasiadas opciones para elegir. O, por el contrario, no nos molestamos en explorar otras opciones además de las que tenemos delante. Creamos fácilmente narrativas que se adaptan a nuestra interpretación de la realidad, seleccionando la información que nos proporciona lo que queremos. Y estos son sólo los desafíos más comunes que enfrentamos.

¿Asi que que hacemos?

En Decisiones sabias, Jim Loehr y Sheila Ohlsson nos explican algunos enfoques basados ​​en la ciencia para ayudarnos a tomar mejores decisiones. El punto de partida para una buena toma de decisiones quizás sea obvio, pero fácilmente se pasa por alto e ignora, especialmente en medio del ajetreo de la vida. Nuestra salud es la base para una buena toma de decisiones.

Nuestra salud integral (mental, física, emocional y espiritual) es el punto de partida vital para una toma de decisiones sensata, reflexiva y mesurada. ¡Simplemente no podemos asimilar, considerar y procesar cuidadosamente múltiples flujos de información relevante, tanto tangible como intangible, cuando estamos ansiosos, deprimidos, privados de sueño, sedentarios, aislados y automedicados con vino y M&Ms!

Una buena toma de decisiones es un proceso de reflexión y respuesta en lugar de reaccionar.

Todos escuchamos algo que puede ser vital para tomar buenas decisiones, pero que no siempre llega a buen término. Lo bloqueamos. Dentro de nosotros tenemos un guardián que decide qué pasa y qué se bloquea. Los autores lo llaman nuestro YODA: su propio tomador de decisiones.

Para ser el mejor asesor posible, YODA debe estar precargado con coordenadas vitales críticas, como valores fundamentales, creencias y propósito en la vida. Su propio asesor residente tiene las claves para tomar decisiones extraordinarias.

La toma de decisiones acertadas requiere que precarguemos el centro de control de nuestro cerebro, nuestro YODA, con una comprensión completa de quiénes queremos ser y qué es lo que más nos importa. Estos valores se convierten en los puntos de referencia que guían las decisiones que tomamos.

La sabiduría es la capacidad adquirida para elevarse sobre las demandas y tensiones inmediatas del momento; tomar decisiones basadas en valores trascendentes, creencias fundamentales y altos estándares éticos; y lograr una perspectiva real y duradera sobre los problemas planteados.

Esas precargas deben protegerse. Siempre hay fuerzas en juego que pueden descarrilar nuestro pensamiento y comprometer nuestras elecciones. Debemos protegernos contra entradas corruptas analizando y examinando reflexivamente toda la información antes de permitirla ingresar a nuestro centro de control. “Cuando una creencia es coherente con lo que queremos o necesitamos profundamente, es menos probable que analicemos su autenticidad”. No somos tan racionales como creemos. Más bien, somos “criaturas emocionales que tenemos la capacidad de ser racionales”. Nuestras emociones dirigen el espectáculo en la vida y nuestra capacidad de pensamiento lógico sirve para moderar el flujo de las emociones”.

Cuando reflexionamos, procesamos, enmarcamos y reencuadramos las experiencias de la vida funcionan a nuestro favor y no en nuestra contra, mantenemos nuestras manos firmemente en el proverbial volante cognitivo. Y así es precisamente como mantenemos una sensación de control cuando las tormentas de la vida azotan. Lo que es la mente también es real en el cuerpo a nivel molecular, y las historias que nos contamos a nosotros mismos pueden ayudar o perjudicar nuestra salud y, por tanto, nuestra capacidad de toma de decisiones a lo largo de la vida.

Nuestras emociones nos indican que algo importante requiere nuestra atención. Señala la necesidad de hacer una pausa y reflexionar. ¿Debo actuar en consecuencia o no? “Todas las emociones, ya sea que las consideremos buenas o malas, son una parte fundamental del ser humano. El objetivo no es sentir alegría, inspiración y felicidad las 24 horas del día, los 7 días de la semana, sino más bien identificar todas nuestras emociones y gestionar los sentimientos resultantes de una manera que mejore nuestra salud y bienestar general”.

El estrés, por supuesto, tiene un impacto en nuestra capacidad para tomar decisiones acertadas. El estrés nos hace pensar demasiado y concentrarnos demasiado en el problema en cuestión. Lo que necesitamos es perspectiva. Sin una visión del panorama más amplio, a menudo recurrimos a pensamientos y comportamientos deficientes que racionalmente sabemos que no nos sirven.

Ver sólo una parte de la historia, generalmente la parte mala, con demasiada frecuencia resulta en una forma de inflexibilidad y rigidez mental que puede socavar por completo nuestra capacidad para tomar decisiones acertadas. Cuando los niveles de estrés son excesivos y no logramos amortiguar el estrés con una recuperación suficiente, tendemos a volver a caminos conductuales antiguos y trillados. Esto sucede porque nuestra estrecha apertura simplemente no permite que ninguna otra alternativa viable suba a la superficie.

Durante momentos particularmente estresantes, es importante mantenerse conectado con los demás. Y como se indicó anteriormente, necesitamos amortiguar el estrés con una recuperación suficiente o restaurar la energía consumida por el estrés. Los autores analizan formas de hacerlo:

Equilibrio físico El estrés con recuperación implica aporte nutricional #saludable, hidratación, ejercicio, movimiento estratégico, sueño y periodos intermitentes de descanso.

Equilibrio emocional El estrés con recuperación implica convocar intencionalmente emociones positivas, como alegría, optimismo, amor, gratitud, inspiración y paz interior.

Equilibrio mental El estrés con recuperación implica permitir que las neuronas que se han estado activando repetidamente descansen concentrándose en algo completamente diferente.

Equilibrio espiritual El estrés con la recuperación implica volver a conectarse con sus valores más preciados, su propósito en la vida y sus creencias fundamentales.

Cuanto más se alineen nuestra visión personal de la realidad y las salidas que nos proponemos a nosotros mismos con el mundo tal como es en realidad, mejores serán las decisiones que tomaremos. “Cuando no reconocemos que un dato entrante es defectuoso, las historias, creencias y decisiones basadas en esos datos también serán erróneas. Las historias que formamos en la vida, incluso aquellas que consideramos fundamentales, tal vez incluso sagradas, pueden estar contaminadas por datos sesgados e interpretaciones erróneas”.

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Decisiones difíciles Cómo tomar mejores decisiones

Publicado por Michael McKinney a las 12:17 p.m.


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