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“Los metamateriales pueden replicar las propiedades de los materiales existentes en nuevas formas, como a escalas significativamente más pequeñas o con mayor eficiencia energética, o pueden superarlos con una funcionalidad completamente nueva”, dice Likens. “Y como básicamente responden a diferentes tipos de ondas, tienen muchos casos de uso potenciales”.
Los estímulos para los cambios de metamateriales pueden incluir ondas sísmicas, por ejemplo, con metamateriales que recubren un edificio y se flexionan para protegerlo durante los terremotos. Otras aplicaciones que se están desarrollando incluyen comunicaciones de enlace ascendente por satélite sin necesidad de una antena parabólica estática; sistemas de radar lo suficientemente pequeños como para que los humanos los lleven; paneles amortiguadores acústicos finos como el papel; lentes de casco de realidad aumentada (AR) sin interrupciones; y compuestos más ligeros que el aire que pueden soportar más de 100.000 veces su propio peso.
Algunos expertos han predicho que los metamateriales podrían crecer hasta convertirse en una industria multimillonaria para 2030. Sin embargo, actualmente, la inversión más significativa proviene de los sectores de defensa en los Estados Unidos y China en relación con el desarrollo de misiles hipersónicos“capas de invisibilidad”para tanques y aviones, y nuevos tipos de comunicaciones seguras.
“El sector necesita urgentemente inversiones que puedan sacarlo de los laboratorios de I+D”, afirma Likens. “El potencial está ahí para aquellos que estén dispuestos a invertir en transformar estas pruebas de concepto experimentales en productos viables”.
